La transformación hacia el nuevo modelo circular solamente se alcanzará con la contribución, participación e implicación de toda la sociedad, no solo de las Administraciones públicas, por lo que es fundamental la participación de diversos agentes entre los que encontramos los sectores económicos (fabricación, producción, distribución y gestión de residuos), los agentes sociales y especialmente los consumidores y ciudadanos.
La transición al modelo circular exige también un trabajo previo para desarrollar y aplicar los nuevos conocimientos con el fin de alcanzar nuevos desarrollos tecnológicos, procesos productivos y servicios innovadores. A su vez, requiere entablar un diálogo permanente sobre los retos medioambientales, las políticas públicas y el papel de las empresas.
Este nuevo orden facilitará la competitividad de las empresas, para que de manera simultánea puedan generar oportunidades de negocio que creen nuevas cadenas de valor, y así también se potencie la creación de empleo.
El cambio hacia una economía circular exige la adopción de un nuevo paradigma tecnológico pero también organizativo y social, que es imprescindible para la transición en los modelos de producción y consumo.
Es importante destacar que la transición hacia una economía circular exige la concienciación de la ciudadanía en el uso responsable del consumo y la necesidad de realizar de manera individual un correcto reciclado de los residuos.